Montblanc, emplazado en la cuenca del Barberá, es uno de esos pueblos medievales que los aficionados al género visitan con agrado por la historia que destilan sus calles. Fundada en 1163 por el rey Alfons el Casto, no se constituyó en municipio hasta el siglo siguiente.
Sede de las Cortes durante la Edad Media, la villa ducal localizada en la provincia de Tarragona, llegó a convertirse en la séptima ciudad de Cataluña por número de habitantes en el siglo XIV.
En 1155 ya existe en la historia de Montblanc una primera carta de población gracias al conde de Barcelona Ramón Berenguer IV, quien concede privilegios económicos y exenciones a esta localidad que por eximirse de tantos impuestos pasaría a llamarse Vila-Salva. La población se traslada a un lugar más elevado alejándose de las crecidas de los ríos. De este modo, cambiaría su nombre por el de Muntblanc.
En el siglo XIV se trataba ya de una población importante, protegida por una imponente muralla de 1.500 metros de largo, con 28 torres y cinco puertas, lo que da idea de su grandeza y, por ello, fue escogida para acoger cinco reuniones de las Cortes de Aragón.
La muralla que lo rodea se conserva en perfecto estado. Fue levantada por Pedro III el Ceremonioso. Desdichadamente, como consecuencia de los avatares de la Guerra dels Segadors, en el siglo XVII, quedó prácticamente destruida. Este imponente recinto amurallado, el mejor preservado de todo el territorio catalán, conserva 28 torres y dos portales de entrada de los cuatro originarios.
Del Puente Viejo (siglo XIV) cabe decir lo mismo. Es tal la riqueza monumental que atesora este municipio, que en 1947 fue declarado conjunto monumental y artístico.
Partiendo de la torre de Bover, formidable bastión defensivo de la muralla, el viajero se adentra a pie en el pueblo y puede ver la Casa Alenyà (siglo XIV), el edificio de Els Jueus (siglo XIII) y el palacio del Castlà (siglo XIV)
La cerca se completa con la pentagonal Torre dels Cinc Cantons. Tras visitar estos edificios, se puede coronar la cima y, desde lo alto del cerro, contemplar la población medieval. Además, en esa zona conocida como Pla de Santa Bárbara se documentó arqueológicamente una ocupación de los íberos.
En la hermosa plaza Mayor está el Casal dels Desclergue (siglo XVI), la casa de la Vila y la casa de Pere Tomàs Guarro. Muy cerca, los Casals dels Josa (siglo XIII-XVIII) En esta hermosa glorieta se ubican, además, el Ayuntamiento, los Porches de Cal Malet y la Fuente Mayor.
Desde la iglesia arciprestal de Santa María la Mayor (siglo XIV), de imponente estilo gótico, se asciende paseando hacia el Tossal de Santa Bárbara, un mirador privilegiado del pueblo y paisaje donde todavía permanecen vestigios de la antigua población ibérica.
La ruta prosigue por la iglesia de Sant Miquel, de fachada románica (siglo XIII) y cuerpo gótico (siglo XIV); y la iglesia de Sant Marçal, también gótica (siglo XIV)
El Santuario de la Virgen de la Serra (siglos XIII-XIV) es otro de los sitios emblemáticos de Montblanc, pues custodia la imagen de la patrona de la villa, ejecutada en alabastro. En el interior del templo de una sola nave existen varios enterramientos del tiempo fundacional. También es digna de contemplar la Capilla del Santo Sepulcro. El conjunto se complementa con un hermoso huerto.
Extramuros, cabe mencionar los edificios góticos de la iglesia de Sant Francesc (siglo XIII) y el hospital de Santa Magdalena (siglos XIV-XVI) para dar concluida, así, la visita del viajero.
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